
“No fue venganza; yo no vi en Varela al insignificante oficial. No, él era todo en la Patagonia: gobierno, juez, verdugo y sepulturero. Intenté herir en él al ídolo desnudo de un sistema criminal. ¡Pero la venganza es indigna de un anarquista!. El mañana, nuestro mañana, no afirma rencillas, ni crímenes, ni mentiras; afirma vida, amor, ciencia; trabajemos para apresurar ese día.” [1]
El período que abarca desde el año 1918 a 1930 en la región argentina estuvo marcado por la intensa actividad huelguística entre obreros/as organizados contra el capital. Los sectores conservadores -con la revolución rusa sobrevolando- recurrieron a la fuerza estatal para impedir cualquier consolidación y propagación de estas experiencias. A la represión de la semana trágica en Buenos Aires le siguieron los fusilamientos de Gualeguaychú en la provincia de Entre Ríos y los de La Forestal en el Chaco junto a los de la provincia de Santa Fe. Pero una de las represiones más resonantes de este periodo y con los que el estado argentino intentó escarmentar la organización obrera fue la de los fusilamientos a las/los 1500 trabajadoras/es en la Patagonia austral[2]. En esta, al aparato estatal de represión -compuesto por la policía, el ejército, la marina y el poder judicial- se le sumaron dos actores: la Liga Patriótica Argentina -imitación de las escuadras fascistas italianas- y los principales diarios de la época. Ambos influirían de manera determinante durante este periodo. Los principales periódicos funcionaron como entramado de los intereses económicos, sociales y políticos del poder. Al respecto Diego Abad de Santillán describió atentamente cómo fue la campaña llevada a cabo contra de los huelguistas patagónicos:
(…) Los que recuerdan la campaña periodística de 1920-1921, recordarán cómo ha sido interpretada y explotada la legítima defensa de los trabajadores del sur. Nunca ha sido mayormente calumniada una huelga, nunca se hizo en tal grado tanto ruido en todo el país para forzar el envío de tropas nacionales y justificar un escarmiento sin nombre. Entre los principales cómplices de la gran masacre patagónica, la prensa mercenaria ocupa el primer lugar.(…) [3].
La estrategia consistió en publicar casi a diario en los principales diarios con columnas tituladas “Los bandoleros del Sur”. Allí se publican noticias falsas a fin de instalar prejuicios y temores en la sociedad porteña [4]. El anarquista Enrique Nido destaca el papel que jugó la prensa en el envío de tropas del ejército:
(…) La prensa venal, al servicio del Estado, empezó entonces a agitar el fantasma de los Bandoleros del Sur sin duda para preparar la opinión pública con él fin de que recibiera con regocijo la represión sangrienta que se incubaba en las altas rateras del Estado. Y allá fué, bien pertrechado y municionado y en son de guerra, el ejército de la patria a fusilar en masa a centenares dé trabajadores indefensos después de haberles hecho cavar su propia fosa. Aquellas masas de hombres qué no habían atentado contra la vida de nadie, que a pesar de hablar los grandes diarios de que todos ellos estaban armados y alzados contra el capital y el Estado, no opusieron, la menor resistencia al ejército expedicionario. Y, esto no obstante, a nadie se dió cuartel, siendo perseguidos, acorralados y quemados, en vida o después de muertos. La represión bestial de Santa Cruz supera la historia de todas las violencias argentinas y ni en los tiempos de Rozas hallamos un ensañamiento tan cruel y sanguinario como el perpetrado en nuestros días contra los obreros del sur (…)[5].
Esta historia tiene distintos y diferentes personajes extensamente biografiados. Nos detendremos en la figura de Gustav Kurt Wilckens: el vindicador de las/los obreros patagónicos fusilados por el ejército argentino y en las reacciones de los ácratas salteños al enterarse de su asesinato en la penitenciaria nacional. Tan solo dos años después de los crímenes perpetrados por las élites patagónicas y el estado.
Entre “el Gallego” Soto y Kurt Wilkens. Breve cronología de los hechos.

“Gallego Soto” por Diego Bugallo, Xilografia
Intentaremos marcar los puntos más importantes de la huelga patagónica y posterior represión para así poder entender mejor las repercusiones que estos hechos tuvieron en Salta.
Hacia el primero de octubre de 1920 la Sociedad Obrera de Río Gallegos – con “el gallego” Soto como secretario-, tenía prevista una manifestación y mitin para recordar al pedagogo libertario Francisco Ferrer i Guàrdia fusilado en Barcelona. Pero el permiso fue revocado por las autoridades e inmediatamente se declararon en huelga. Esto desató una tensión que indirectamente desembocó en las dos huelgas de 1921.
Una serie de detenciones y torturas a miembros de esta sociedad obrera fueron respondidas con varios sabotajes y nuevas movilizaciones. Estas reclamaban un conjunto de demandas laborales que comenzaron a ser parte de la tensión. Por esta razón, a mediados de enero de 1921 desembarcó una primera expedición militar a cargo del teniente Varela con fuerzas de marinería y caballería. El movimiento obrero local – con cierta ingenuidad- los recibió y les presentó sus demandas, que fueron respondidas con una sucesión de promesas por parte de los capitalistas concluyendo así la primera etapa de las huelgas. Pero estas promesas no fueron cumplidas. Al poco de retornar las tropas del ejército argentino a Buenos Aires, los estancieros negaron las demandas hechas por los obreros y empezaron una vez más las detenciones arbitrarias y las deportaciones.
El movimiento obrero no se cruzó de brazos y declararon de inmediato la segunda huelga. Pero a diferencia de la primera, la segunda fue duramente reprimida por el ejército a cargo de Varela. Hasta los primeros meses de 1922, llegaron a contarse 1.100 fusilados, además de un gran número de personas heridas.

“Interesante fotografía en que aparece el extinto teniente coronel Héctor B. Varela durante la ceremonia en que la Liga Patriótica le recompensaba con la medalla al merito por su enérgica y patriótica campaña en el territorio de Santa Cruz, la que el asesino juzgaba y despiadada, motivo por el cual y queriendo “vengar a sus hermanos”, cometió el atentado”
de la Revista Caras y Caretas.
El 25 de enero de 1923 el joven anarquista tolstoiano y antimilitarista Wilckens decide vindicar a los obreros fusilados, arrojándole un artefacto explosivo al principal responsable de los fusilamientos a plena luz del día en la puerta de su casa de la ciudad de Buenos Aires. El teniente Varela murió, mientras que el anarquista fue herido en esta misma acción siendo detenido y trasladado a la Penitenciaría Nacional. Resulta interesante la breve biografía que escribió Severino Di Giovanni sobre este vindicador:
(…) Kurt Wilckens nació en 1887 en uno de los suburbios de Hamburgo (Alemania). Minero de profesión, en los túneles subterráneos donde trabajaba para ganarse la vida, la flor del ideal anarquista comenzó a florecer en su corazón tras los agotadores golpes de la piqueta y se entregó a ella hasta el sacrificio sublime. Propagandista sincero y exuberante de la causa, se mostró muy activo, haciendo acopio de sus fuerzas, uniendo siempre el entusiasmo que sabía comunicar a todos los oprimidos que se le acercaban, concentrando toda su persona y sus bellas dotes en obras que consideraba excelentes y útiles más allá de todo bizantinismo. Como tal en todas sus manifestaciones, profundo conocedor del movimiento y la doctrina anarquista, lo apoyó con viril dignidad, sin faltar nunca a ninguno de los grandes acontecimientos de los que estuvo cerca. En Estados Unidos, adonde había ido antes de que estallara la carnicería europea, participó activamente en el movimiento rebelde de Virginia con un ardor admirable, distinguiéndose por su vitalidad revolucionaria. Fue detenido en medio de los aplausos de los grandes jefes mineros yanquis, que exigieron su deportación. Pero hizo uso de los recursos que su fértil mente le proporcionó y pudo salir de la cárcel. En 1919 regresó a Alemania y se dio cuenta amargamente de que el nuevo régimen instaurado no tenía nada bueno ni útil para el pueblo que anhelaba la verdadera libertad. La falsa democracia socialista de Ebert no hizo más que rebotar las cadenas bajo las que el pueblo alemán venía gimiendo desde los tiempos del Kaiser. Y tras trabajar unos días en la región del Ruhr, regresó a su Hamburgo natal y, al no encontrar tampoco allí un poco de paz, se embarcó tristemente hacia Argentina, cruzando el océano por segunda vez. En la tierra de Ameghino y Alberti, el Departamento de Inmigración le negó democráticamente la entrada al país. Reconocido por un espía, éste lo denunció a las autoridades como un elemento peligroso. A través de un abogado, admirador de su Ideal, que lo defendió tan calurosamente y tras pasar varios meses en prisión, pudo hacer valer su derecho a permanecer en Argentina, por supuesto bajo especial vigilancia de la policía (…) [6].
El día 16 de junio de ese mismo años a las 2:30 de la madrugada Kurt Wilckens con 36 años fue asesinado en la celda de la prisión por Pérez Millán, miembro de la Liga Patriótica y pariente de Varela[7]. Este hecho indignó al movimiento obrero argentino y se movilizó en todo el país desde el 16 al 22 de junio.
Repercusiones sobre las huelgas patagónicas y el posterior fusilamiento de Wilckens en el extremo norte de la región argentina.
Salta no estuvo ajena a esta ecuación de atropello y opresión. La represión en la Patagonia incidió en los pasos a seguir durante la huelga en el ramal ferroviario Huaytiquina en la cordillera andina salteña entre 1921 y 1922[8]. Las labores en la construcción del ramal Huaytiquina fueron más arduas de lo normal, debido a que se encuentra en una región inhóspita, a más de 3.500 mts. sobre el nivel del mar y con escasa población. Como consecuencia de estas duras condiciones y sumado al retraso del pago de los jornales, la respuesta ante estas injusticias no se hizo esperar. Allí entre 1921 y 1924 se conformó el Sindicato de los Trabajadores de la Construcción Salta-Chile que llegó a ser considerado como la “vanguardia” y ejemplo a seguir para otros ramales en construcción. Se produjeron huelgas, movilizaciones y una larga lucha contra el estado -principal promotor de la obra de ingeniería- y las empresas contratistas, responsables de dejar a su suerte a las y los obreros en la cordillera andina.
Sobre el movimiento huelguístico sobrevolaba constantemente el fantasma de la furiosa represión utilizada contra el movimiento obrero en la Patagonia austral. Al respecto las crónicas periodísticas dedicadas al ramal Huaytiquina remarcan el uso del ejército como herramienta de disciplinamiento:
(…) Así parece indicarlo un telegrama que nos enviaron ayer los huelguistas y que dice lo siguiente: “El Estado y la administración se muestran intransigentes a nuestro pedido de pago de los cuatro meses adeudados y amenazan sacar con el ejército a los que se presenten al trabajo”. Esto es claro. La administración trata de robarles a los obreros esos cuatro meses de Jornales, y para tal fin nada más natural que apelar a la fuerza armada. Los conscriptos sirven para todo, hasta para instrumentos a la administración de los ferrocarriles en el robo a los obreros. Es de imaginarse la situación de los obreros huelguistas de Huaytiquina: hambrientos y carentes de todo recurso e impelidos a abandonar los campamentos empujados por las bayonetas del ejército. Ha llegado, pues, el momento de que el proletariado de la región argentina preste la debida atención y se disponga a no permitir que se cometa una canallada semejante con esos obreros. La solidaridad debe hacer sentir sus efectos (...)[9].
El factor represivo en el ramal es clave a la hora de entender la asfixia al movimiento huelguístico del Huaytiquina. Si bien se logró expulsar a la policía uniformada, las crónicas relatan que existían serias sospechas de que varios trabajadores trabajaban para ella como informantes o matones del ramal. Además, por lo general, no se autorizaban los mítines, se restringía el acceso de la prensa ácrata en los momentos de mayor efervescencia y se realizaba la persecución de trabajadores del ramal ferroviario acusándolos de haber causado algún robo, por lo que el jefe de policía disponía el envío de policial armado a los campamentos. Otras fuentes señalan que:
Como no había policía en aquellos parajes, la mantención del orden se había confiado al ejército. En distintos puntos se habían colocado destacamentos compuestos de un sargento o un cabo con tres o cuatro soldados armados. Su consigna era mantener el orden aunque no necesariamente la ley [10].
A pesar de que la Liga Patriótica Argentina merecería un capítulo aparte; las y los anarquistas de Salta tenían claro cuál sería su conducta con esta: “si la Liga Patriótica Argentina nos ataca en defensa de sus privilegios hemos de defender nuestros derechos según las circunstancias lo exijan [11]”. Por ello a pesar de la distancia entre la Patagonia austral y Salta (más de 2900 km.) los y las trabajadores/as del norte argentino sintieron de manera muy cercana tanto los fusilamientos masivos en el sur y como el triste final de Wilckens en 1923 [12].
Movilizaciones y huelgas.
El 1º de mayo de 1923 La Federación Obrera Local Salteña –organización que aglutinaba a las sociedades de resistencia afines a la FORA- organizó un mitin en la ciudad de Salta y entre los temas que se trataron en los discursos estuvo presente tanto los fusilamientos patagónicos como Wilckens. El mitin no estuvo exento de detenidos:
(…) La F. O. Local llevó a cabo un mitin con recorrido. Una hora antes de la anunciada, afluían al punto de concentración, plaza Belgrano, numerosos grupos de trabajadores. Una manifestación compacta partió de este punto y después de recorrer el itinerario trazado, en la plaza 9 de Julio se levantó tribuna para exteriorizar nuestros anhelos y hacer conocer al pueblo el significado de la efemérides sangrienta. Abrió el acto un miembro del consejo local. Varios oradores ocuparon luego la tribuna, entre ellos escribas, Irigoyen, Conesa e Ibis Mones. Más de 2000 personas escucharon durante tres horas la cálida y sincera palabra de los oradores. Se hizo una crítica fundamentada al capitalismo, al estado, la religión , el militarismo, la policía y el vicio del alcohol, la coca y otras plagas que azotan y diezman al pueblo que trabaja y sufre. Se habló de la necesidad de que los trabajadores no miren con indiferencia y soporten con musulmana resignación el mal que los aqueja y del deber que tienen de levantar sus baluartes de resistencia para detener el empuje avasallador de los tiranos y pulpos del pueblo productor. Se enrostró a los verdugos los crímenes infantes que en Rusia, en España, Francia, Italia se cometen con los que pugnan por sacar al pueblo de la ignorancia y esclavitud en que yacen y se puso de manifiesto la horrenda masacre de la Patagonia, haciendo resaltar el heroísmo de Wilckens, vengador del pueblo, y las confabulaciones del capitalismo y del estado para ahogar todo intento reivindicatorio de los trabajadores. Nuestro comunismo anárquico fue expuesto con acierto y valentía. La impresión dejada no puede ser más óptima. Pocas veces hemos presenciado un acto de tanta eficacia y una acertada exposición de ideas. El público concurrente salió satisfecho de la jornada y nosotros rebosante de júbilo. (...) Terminados los discursos, que transcurrieron en el mayor orden y cerrando el acto, los trabajadores entonaban sus himnos embebidos de entusiasmo. Los brutos con sus cosacos encima – no pudimos distinguir si eran más brutos los que cabalgaban a las bestias – arremetieron contra los tranquilos manifestantes ordenando su disolución. Una demostración más de cuanto se ha expuesto sobre la maldad y crueldad que caracterizan a las instituciones de orden. No hubo víctimas pero sí un calabozo para cuatro compañeros (...)[13].
Santillán describe que uno de los coletazos que trajo el fusilamiento de Wilckens en todo la región Argentina fue la declaración de una huelga general:
(…) Kurt Wilkens, no pudo resistir la impresión causada por la sangre tan criminalmente vertida en la Patagonia y mató al teniente coronel Varela en Buenos Aires el 25 de enero de 1923. Fue algo así como el brazo de la justicia popular que alcanzó al responsable directo de la hecatombe del sur. Pero unos meses más tarde, el 16 de junio, un soldado de la guardia de la prisión donde esperaba Wilkens los resultados del proceso, mató a nuestro camarada en su celda mientras dormía. La indignación que produjo el cobarde asesinato en todo el país es indescriptible y la huelga general prodiga en hechos memorables del 16 al 22 de junio de 1923 testimonios de la magnitud del dolor infligido al proletariado. [14 ]
Al poco de conocerse la noticia, la Federación Obrera Salteña adherida a la FORA, junto a los sindicatos de panaderos, chauffers y oficios varios de Salta lanzaron un manifiesto conjunto titulado “El asesinato de Kurts Wilckens, vengador de las víctimas de la Patagonia” repartido por toda la ciudad:
(…) La bestia autoritaria que no se harta de nutrirse con la sangre generosa de los hombres del pueblo, que está siempre en acecho para lanzar el zarpazo alevoso, ha de nuevo manifestado sus instintos de hiena. Esta vez la víctima es el camarada Wilckens, como no era posible a los verdugos matar su espíritu, han querido sacarlo del medio para vengar así la muerte de uno de sus compinches más íntimos, por su ferocidad y su barbarismo y que mejor representa los de su casta y calaña. (…) Trabajadores de Salta: Alerta. Hasta hoy las noticias que teníamos eran contradictorias y confusas. La enorme distancia que nos separa y el silencio interesado y cómplice de la prensa local mercenaria y servil como todo lo que huele a burguesía y lacayismo nos suministraba noticias veladas. [15]
El 27 de junio del mismo año desde la localidad de Orán en el norte de la provincia de Salta, la Sociedad de Oficios Varios lanzó su propio manifiesto en solidaridad con el asesinado y se declararon también en huelga por el fusilamiento de Kurt Wilckens [16].
(…) Nuestro hermano Kurts Wilckens asesinado por la cobardía de la soldadesca oficial, de hoy en adelante sea una bandera que se agite en todos los rincones del país como un desafío a todos los parásitos del capitalismo y sus representantes, crueles e indignos [17].
En 1925 desde esta misma localidad de Orán, solo 4 años después de los fusilamientos en la Patagonia austral y en un mitin organizado por la misma Sociedad de oficios Varios, recordaron, los siempre presentes crímenes cometidos por el ejército y su brazo paramilitar de la Liga Patriótica Argentina.
De Orán. Mitin de protesta. Como estaba anunciado, llevose a efecto el mitin para protestar contra la reacción internacional y la mordaza policial en la capital. (…) Anunció el acto el compañero Comerón, el que presentó a los demás oradores, los que en sus largas peroraciones, atacaron duramente a los poderes construidos, a la casta militar y a los partidos políticos de todos los colores. Los compañeros en sus exposiciones hicieron refrescar la mente a los trabajadores con los crímenes de la Patagonia argentina por la L. P. A. y las tropas del ejército como las que estará cometiendo Primo de Rivera [18].
El movimiento obrero surgido a fines del s. XIX sufrió a lo largo de las décadas siguientes una represión proporcional a la conflictividad social que generó en pos de una transformación social. La férrea reacción por parte de la trinidad capital, clericalismo y militarismo encontró un límite en Kurt Wilckens, ser de una particular sensibilidad [19]. Con su gesto, al igual que el de Simón Radowitzky, el del salteño Francisco Solano Rejis y otras individualidades anónimas, los verdugos ya no tuvieron paz [20].

“Wilckens” por J. Lluch.
(…) Recordémoslo en todos los momentos de su pródiga y heroica vida; recordémoslo como un oscuro soldado en las lejanas tierras alemanas en el corazón de las minas del Ruhr y como un rebelde incitador a la rebelión en el estado de Virginia. Un oscuro sin nombre en los trabajos de demolición, radiante en la colosal obra realizada. Un verdugo consciente y humano, desperdició su noble vida para salvar a una niña que estaba en peligro, y aunque quedó desfigurado, en su constante poder de castigar a su verdugo, después de haberle lanzado una bomba también disparó varios tiros de su revólver. Así, hermoso y terrible, bueno y vengador, lo recordamos una vez más en este segundo aniversario de su trágica muerte.
¡Gloria a Kurt Wilckens, valiente héroe! [21]
Notas al Pie
[1] Tomada de una de las dos carta enviadas de Kurt Wilckens a Diego Abad de Santillán, el 21 de mayo de 1923 y publicadas en el periódico anarquista alemán Alarm (1919-1930). Bayer, O., La Patagonia rebelde, tomo IV, El Vindicador, Pág. 347.
[2] (…) Nos parece quedar muy por debajo de la verdad cuando decimos que el pasado período presidencial de Irigoyen ha costado a los trabajadores no menos de 2.000 muertos, si unimos los caídos en la semana de enero, a los de la Patagonia, a los de La Forestal, a los de Gualeguaychú, y a los caídos en los conflictos diarios entre el capital y el trabajo. No contamos los heridos, ni los presos (en ocasión de la semana trágica de enero de 1919 hubo en el país 55.000 detenciones), ni los deportados, que fueron numerosos hasta 1920 (…). Santa cruz: causa y efecto. Diego Abad de Santillán. Editorial Reconstruir, 2021, pág. 10.
[3] Ídem, pág. 45
[4] (…) En el caso de la Patagonia hubo algunas voces que se levantaron contra las mixtificaciones puestas en circulación para provocar el envío de tropas nacionales contra los trabajadores; pero esas voces fueron fácilmente sofocadas. La gran distancia favoreció los designios macabros del capitalismo del sur. Se tomó como bandera la guerra contra el bandolerismo. Todos los días, a partir de 1920, aparecían en los grandes diarios de Buenos Aires sendas columnas con el título sugestivo: “Los bandoleros del sur”. Hubiera sido interesante una investigación de los hechos denunciados tomando como base las publicaciones periodísticas; jamás se llevó a cabo, y la burguesía entera se opondría furiosamente a una investigación de esa naturaleza porque el 90 por ciento de los hechos denunciados eran imaginarios, y el 10 por ciento restante eran desfiguraciones groseras. Pero como lo que se perseguía era el envío de tropas en abundancia para dar un escarmiento a los obreros que se resistían a la explotación inhumana a que se les sometía, la verdad o la falsedad de las informaciones importaba poco al capitalismo del sur (…). Ídem, Pág. 15. Recientemente estas columnas fueron grabadas en audios por las/los compañeras/os de la Federación Libertaria Argentina: http://www.federacionlibertariaargentina.org/archivo-digitalizaciones-Patagonia%201921-2021.html
[5] Nido, Enrique. Informe general del movimiento anarquista de la Argentina. Buenos Aires, La Protesta, 1923. págs. 14-16
[6] Severino Di Giovanni, Buenos Aires, junio de 1925, Culmine, Rivista Anarchica, nº 1, año 1, 1 de agosto de 1925.Traducción libre del italiano.
[7] El presidente de LPA, Manuel Carlés fue un viejo conocido en Salta. Durante el periodo de 1916 a 1918, la provincia de Salta fue gobernada por Abraham Cornejo, de tendencia conservadora. Coincidiendo con la presidencia de los gobiernos del partido radical, entre los años 1918 y 1919, la provincia fue intervenida por el poder ejecutivo nacional bajo distintos argumentos, entre ellos el fraude. El primer interventor designado fue Emilio Giménez Zapiola hasta el 29 de julio de 1918. Carlés fue designado por el poder ejecutivo nacional como nuevo interventor. Por lo que su intervención en las represiones a los activos luchadores debe ser tenida en cuenta.
[8] Diz, Edgardo D. . “El anarquismo en las alturas. Esbozo sobre las luchas obreras en la construcción del ferrocarril transandino Salta-Antofagasta, década de 1920”. En Revista Germinal (Nº16), 2020, 73-110.
[9] La Protesta, n.º 4645, 27 de febrero de 1924.
[10] Federico B. Kirbus, El fascinante Tren a las Nubes y otros ferrocarriles de montaña, Serie Historia y geografía, El Ateneo, Buenos Aires, 1993, p. 102.
[11] “Mi anatema a la Liga Patriótica” Luis M. Fresco. Despertar n º 7, 4 de julio de 1921, Salta.
[12] A la detención de Wilckens, la FORA, a través de su Comité pro-presos organizó una campaña por la libertad de Wilckens y con la intención de reunir fondos, tanto para la defensa como para los gastos diarios y los libros que solicitaba para leer dentro de la cárcel. Desde Tucumán se sumaron inmediatamente a la campaña: Centro Femenino “Luisa Michel» -Tucumán- De la que este centro tenía en circulación pro Wilckens y comité pro presos de Tucumán. (…) La Antorcha, n.º 82, 16 de marzo de 1923.
[13] La Protesta, nº 4393, 8 de mayo de 1923.
[14] Arango, E.L.; Santillán, D. A. de. El anarquismo en el movimiento obrero ediciones “Cosmos”, 1925. Pág. 32.
[15] Fondo Nettlau, Arch. Nr. 3388 [IISH].
[16] Orán se encuentra a más de 250 kilómetros de Salta capital. El “grito de descontento” llegó incluso a la ciudad de Resistencia o Añatuya en Santiago del Estero.
[17] Fondo Nettlau, Arch. Nr. 3388 [IISH].
[18] La Protesta, nº 4969,14 marzo 1925.
[19] Esta práctica se replicó hacia otros responsables. (…) Poco después de la muerte del teniente coronel Varela los anarquistas realizaron un segundo acto de venganza: fue contra el sargento del 10 de Caballería, Elíseo Molina, que había comandado pelotones de fusilamiento de huelguistas rurales patagónicos. El hecho ocurrió en Bella Vista, provincia de Buenos Aires. El suboficial estaba haciendo un asado en el fondo de su casa cuando asomaron por encima de la tapia dos desconocidos y lo mataron a balazos. El hecho se atribuyó a anarquistas -posiblemente pertenecientes al aguerrido gremio de los ladrilleros- ya que el sargento había numerosas amenazas por lo que había hecho en la Patagonia. El gobierno, para evitar que se siguieran haciendo atentados contra la vida de integrantes del 10 de caballería ordeno diversas medidas. Bayer, O., La Patagonia rebelde, tomo IV, El Vindicador, Pág. 132.
[20] Próximamente esperamos poder publicar una biografía del anarquista salteño Francisco Solano Rejis.
[21] Severino Di Giovanni, Buenos Aires, junio de 1925, Culmine, rivista anarchica, nº 1, año 1, 1 de agosto de 1925. Traducción libre del italiano.
Bibliografía
– Arango, E.L.; Santillan, D. A.. El anarquismo en el movimiento obrero, Barcelona, ediciones “Cosmos”,1925.
-Diz, Edgardo D. . “El anarquismo en las alturas. Esbozo sobre las luchas obreras en la construcción del ferrocarril transandino Salta-Antofagasta, década de 1920”, Madrid, Revista Germinal (Nº16) 2020.
– Bilsky, E.. La Semana Trágica. Buenos Aires, CEAL, 1984.
– Bayer, Osvaldo. La Patagonia Rebelde Tomo I,II, III, IV. Buenos Aires, Editorial Planeta, 2007.
– Johansson, María Lucrecia. La gran máquina de publicidad. Redes transnacionales e intercambios periodísticos durante la guerra de la Triple Alianza (1864-1870). (En Linea)
– Kirbus, Federico B. .El fascinante Tren a las Nubes y otros ferrocarriles de montaña, Serie Historia y geografía, El Ateneo, Buenos Aires, 1993.
– Nido, Enrique. Informe general del movimiento anarquista de la Argentina, Buenos Aires,La Protesta, 1923.
-Santillán, D. A.. Santa Cruz: causas y efectos. La tragedia de la Patagonia y el gesto de Kurt Wilckens. Buenos Aires, Editorial Reconstruir, 2021.
– ––. Memorias 1897-1936. Barcelona, Planeta, 1977.
Publicaciones periódicas
–La Protesta, Buenos Aires.
–La Antorcha, Buenos Aires.
-Culmine, Buenos Aires.
–Caras y Caretas, Buenos Aires.
–Despertar, Salta
Agradecimientos
Sebastián (por la colección completa de La Patagonia Rebelde); José Saravia, Arancha y Lucas; y a Sole, Christian y Bartolina por el constante apoyo, las correcciones y observaciones.
Imágenes
“Wilckens vindicador” por Analía Perez
“Gallego Soto” por Diego Bugallo, Xilografia
“Wilckens” por J. Lluch. ( Analía Perez y Diego Bugallo)
Las tres imágenes serigrafiadas y xilografiadas fueron estampadas especialmente en cada ejemplar del folleto “Santa Cruz: causas y efectos. La tragedia de la Patagonia y el gesto de Kurt Wilckens” de Diego Abad de Santillán, Editorial Reconstruir, 2021.